viernes, 9 de mayo de 2014

¿Dónde están los límites de la libertad?

La libertad es esencial para el ser humano. No fueron pocos aquellos que arriesgaron sus vidas para que otros puedan tener la oportunidad de disfrutar de ella. Pero cuando uno arriesga la vida de los demás al disfrutar de la libertad, nos preguntamos: 

¿Dónde están los límites de la libertad?


Esto es lo que pensamos al enterrarnos de las circunstancias del accidente de Monterrubio en Badajoz, en el que cinco jovencitos, entre 12 y 15 años, resultaron muertos el jueves por la noche, al volcarse el microbús en el que viajaban los integrantes del equipo de fútbol sala de esta localidad. En el siniestro hubo otros 13 heridos más (10 menores y tres adultos). Las 18 personas volvían a su pueblo tras disputar un partido de fútbol y estaban a punto de llegar a casa, cuando una retroexcavadora giró a izquierda mientras estaba siendo adelantada por el microbús.
Hoy nos enteramos que el conductor de la excavadora había consumido cocaína y hachís, según fuentes de la investigación, y  fue detenido sin fianza.


Hace años trabajé junto a un compañero que consumía diariamente hachís. Había oído de personas que lo hacían pero hasta entonces no había conocido uno. Mi compañero era una buena persona, un buen trabajador, y por eso el empresario que nos había contratado, lo apreciaba y “pasaba” de sus ausencias. Sin embargo, cuando el hombre se juntaba con algún amigo en su casa, y se ponían a beber y a probar la droga, tres-cuatro días estaba en otro mundo y nadie lo podía encontrar. Lo bueno era que mi compañero no trabajaba de chofer ni de conductor de excavadora.

Con el tiempo he llegado a conocer otra gente, algunos choferes que conducían bajo los efectos de las drogas. Me estremecí al pensar en el peligro que esto conllevan no solamente para la persona que las toma sino para aquellos que, como los jóvenes de Monterrubio, tienen la mala suerte de sufrir los resultados de la acción de alguien que está bajo esta influencia.

Las leyes contemplan ya estas situaciones, pero no parece suficiente.

Vuelvo con mi pregunta: ¿Dónde están los límites de la libertad?

Está claro que la droga altera la percepción y llegas a hacer cosas que normalmente no harías, para después  lamentarlas. Sin embargo, el daño ya está hecho. ¡Y ya es tarde!

La libertad ha abierto las puertas a cosas buenas y malas, que hoy en día, a pesar de los esfuerzos policiales y de la ley, causan estragos como este que venimos hablando.

La libertad exige madurez y responsabilidad. Quizá hemos dedicado demasiado tiempo para obtener cosas, y hemos dado menos importancia a la educación. Los hijos de hace poco, han llegado a ser personas, y algunos presumen de libertad, pero ¿saben vivirla con responsabilidad?

Como padres, como personas y ciudadanos de este mundo, deberíamos reflexionar no tanto sobre como castigar al que causó la barbarie, sino acerca de cómo educar la generación actual, como hacerla ver de que no todo lo que brilla es oro.

San Pablo escribió hace casi veinte siglos en una carta a los de Corinto: 

Todo está permitido, decís; pero no todo conviene. Todo está permitido. Pero no todo edifica. Nadie busque su interés, sino el del prójimo. (1ªCor 10,23)

La libertad debe tener unos límites. Son los límites de la libertad del otro. La libertad de vivir, de conocer lo que es la vida, y de hacer las elecciones pertinentes. Estos límites deberían aprenderse en la familia, del ejemplo de los padres. Esta es nuestra responsabilidad. Es la responsabilidad de todos nosotros.

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